martes, 24 de julio de 2007

Plomizo

Los armo y modelo con ternura, con desgano y tristeza; me siento como si acabara de recibir el telegrama.Carlitos ya es un monton de polvo en una cajita de madera, tal vez, con destino a la cancha de argentinos.Lo llevabamos ayer en el baul del auto : ya no podia emitir sus gritos y gruñidos diarios, ni salir a la puerta con la perra.Ya no está su cara de orto en la mesa, su vaso eterno , siempre, siempre con algo en su interior que tuviera mas de dos grados de graduacion.Ya no me miraba con esa mezcla de desprecio y desconfianza, con su juicio a flor de piel, ya no tengo que besarlo en la frente casi con asco a veces, y con rabia, porque me hubiera gustado que me quisiera.Carlitos entra en el grupo de hombres y mujeres que me hicieron sentir una gorda impresentable, un grupo formado por mi padre, mi ginecologo, el padre de mi madre y él.
Ahora todo es plomizo, frio, casi un espanto: el Chongo deambula por la casa y , momentaneamente y salvo por ciertas conversaciones, asoma a sus pupilas ese amor incondicional y esa tristeza del verano.El tambien sabe lo que es ser impreentable.