Vivo en un barrio de la ciudad de Buenos Aires, al que llaman La Paternal.Las lenguas viejas dicen que es debido a una imagen de la virgen situada en el aparcadero donde hoy esta la estacion del tren, la cual protegia a los lecheros y demas carros que alli paraban.
Cuento esto porque, imagino, alguien de Colombia, Peru, Mar del Plata o Alicante ouede estar leyendo Los Platos, y se preguntara, como lo hago yo,como sera el contexto, la vida del humano que teclea cada cierto tiempo relatando historias.Cuento, por ejemplo, que me gusta ir caminando por la calle, a la noche, y escuchar el silencio, o espiar las ventanas de las casas.Es un vicio que jamas voy a dejar: miro por las ventanas, los muebles, las luces, los cuartos de los niños, y me imagino el dia que tenga mi casa, todos los escenarios posibles.O voy contando los empedrados.En esta parte del Sur, aun se puede transitar de noche, a la una de la madrugada, hasta el drugstore a comprar algo.Aprecio que aun podamos hacerlo.
Una o dos veces por semana nos reunimos en ese drugstore con mis amigos,y al lugar le llamamos La Petro o la Eg3.Es una estacion de servicio.A veces da la sensacion de un micromundo, mi barrio.Por ultimo,este lugar, desde donde escribo; un local amplio y un tanto inhospito, donde se alinean decenas de maquinas obsoletas.Chicos en la puerta, señoras que vienen a hablar por telefono.Desde la caja, se escucha el televisor.
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