La mujer guardaba cosas y mas cosas; las atesoraba como al descuido, quiero decir: no es que fuera sigilosa y metódica en cuanto a esto, y , por ejemplo, catalogara los objetos como hacían otros.Tampoco encuadraba dentro de lo que seria un Diogenes.La mujer era artista, por lo cual, según quien suponga què sobre los plásticos contemporaneos, solìa recoger cosas y ademas, poseía un sistema de rutas mentales en las cuales había postas que marcaban hitos, sobre algunos de los cuales erigía sus obras.
(no vamos a entrar, vanamente en la categorizacion de valor de las mismas, por favor)Es un trabajo erngorroso, y ademas, no es pertinente al relato que presento.
El caso que expongo es, sencillamente, el de una mujer que atesoraba cosas.Tal vez pocas, pero esa pocas eran parte de su historia.Se sentía el guardián de la historia familiar: secuestro fotos, objetos y se quedo con algunos muebles.Le interesaba el recorrido en especial de dos muebles en su historia.Uno, el armario americano enchapado, muy americano èl, con sus patitas hacia afuera y sus puertas tan estilo guerra fria.El sueño de cualquier ama de casa con pollera plato y pañuelo en la cabeza.Como en las publicidades.El armario, con dos cajopnes y llaves, hoy era su guardavajilla, entiéndase por vajilla a otra serie de objetos dispares y mal organizados, cubiertos de tierra y sobrantes de productos secos.En ese armarito pequeño y simpático, alguna vez su padre tuvo sus papeles membretados de la empresa, pagares, recibos y la vieja remignton con la tecleaba despues de cenar los presupuestos en la cocina.Alguna vez, entusiasmado y furibundo, escribió numerosas cartas a los diarios de circulacion masiva locales y nacionales.(esa costumbre, la mujer la heredo y recibió varios frutos de ello).
A la señora en cuestión, definitivamente, le interesaban por demas los recorridos de los objetos, como depositarios de la inexistente memoria en los anales de una familia ferozmente negadora y contradictoria.
Luego, prosiguiendo el relato, el armarito americano fue a parar a la habitación de sus hijos cuando ella debio emigrar a Buenos Aires. Dentro de las puertas, aun están los encantadores dibujos de sus niños, las salilor moons y los caballeros del zodiaco, mas alguna referencia descalifitaria de hermano a hermano, cosa que , podríamos encuadrar dentro de una sana normalidad. Convengamos entonces que para ella, ciertos objetos habian pasado a ser sujetos pasibles de revestir caracter sagrado.Su memoria era un extenso mar de cardos y girasoles, ondeando entre las olas y peces bravos y pacificos.
El otro objeto, al que harmeos menos detallada referencia, es un tosco baul de madera con herrajes.Poco elegante -nada elegante- solo un rustico cajón que hizo las veces de desayunador de campaña.La mujer ama a ese baul construido por su padre y lo arregla y, aun que ya no sirva para ningun fin, pues solo contenía diarios y propaganda política cuando llego a sus manos, adora como simbolo del padre que desearía tener o el remedo del que tiene. Recuerda las mañana del norte y la ternura de se padre preparando el desayuno con un calentador minusculo mientras batia el cafe en las tazas de plastico coloradas,recuerda las galletitas o las facturas, el "aRRIba la barra", los ojos pegados, lavarse la cara en la canilla del camping.Recuerda el 24 de marzo que no hubo desayuno porque ël quiso llevar a desayunar a la familia a la confiteria del ACA y como ella quiso chocolatada en vez de cafe, la corrio a patadas en el culo y quedo encerrada en la f100 celeste, llorando y sin desayunar.Ese, justamente fue el hito que marco en su vida que el 24 de marzo no era precisamente uun dia de liberacion en la vida de nadie.
Como sea, la mujer que junta cosas ha llegado a la conclusion que es tiempo de deshacerse de la Historia.Tiempo de dejarla en paz.De hablar de presente.Gira la espiral dialectica y , trabada en un solo punto , regresa una y otra vez, provocando el sindrome de la Enfermedad Unica.La mujer ya no quiere ser mas parte de la Matriz.
Toma el arma, calcula, y dispara contra su corazon roto.
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