miércoles, 7 de noviembre de 2007

cable a tierra

Cuanto, pero cuánto me alegra no verlos por un tiempo; no escuchar sus idiotas comentarios, no ver la mugre en el piso, tras las mesas, la musica ciclica que va desde pil a manu chao a redondos a sumo y otros grandes exitos del Catalogo del Drogón Que se Precie de Tal.Que alivio guardar mi coraza en el ropero, meter mi artilleria bajo la cama.Que bien se siente la libertad de decidir y no estar en el yugo de un empleo alternativo, donde los jefes se dicen anarcos y te levantan de un lugar porque no les gusto tu cara esta semana.Que al final de cuentas, la condicion humana versa sobre lo mismo, se apoya en los mismos pilares:el uso y el abuso del poder.Cómo cuesta callarse la boca cuando a una pendeja de veintidos años le regalan una medalla con el numero de las veces que puso el cuerpo para ir al puntero, una preciosa medallita de bronce con el canuto para aspirar soldado, para darle utilidad of course, que ingenioso el mundo el artesano, los objetos siempre tienen una noble utilidad.Llega un momento en que oles y ves tanta mierda que la nausea se te funde con el olor a sahumerio y ese perfume putrefacto se te enquista adentro, en el alma.Mundo extraño y agridulce el de los que se dicen opositores al sistema, que perfecto es el sistema, que sabe como exterminar a sus opositores sin siquiera hacer algo al respecto.Han alcanzado una superioridad tactica y tecnica superior a la de los nazis.Mientras tanto, mi hija trenza hilos con la esperanza de pertenecer a ese mundo de gente copada y libre, que vive en vez de estar presa en un empleo de ocho horas.