viernes, 11 de septiembre de 2009

Once cuadras

Los jueves camino Terrero hasta el novecientos, hasta uno de las tantas instancias terapeuticas que necesito para mantener el motor sin fundirlo.Las mismas que camine hace unos años, pero por otras razones.Caminaba esas cuadras casi corriendo, fijando la vista en cada casa, cada negocio, haciendo postas mentales: el mercadito de la esquina, la casa reciclada, la esquina de tres arroyos, cosas que me indicaban que faltaba menos para llegar.Sinceramente habia perdido la razon.Salia de aquel lugar y caminaba la vuelta como en el aire, sintiendo la marca de las manos todavia, registrando el puslo anarquico de las hormonas y su fiesta enloquecida.Me costaba volver a mis rutinas, perdida en algun detalle sucedido.El telefono se convirtio en un objeto de amor y odio y juro que tal vez hubiera matado por conseguir otra vez la experiencia.Por suerte duro poco, aunque haya pasado por tanta abstinencia, haya hablado a los gritos sola en la casa diciendole verdades que gracias a dios no llegue a expresarle, porque se puede perder todo menos la dignidad, y un hombre cobarde no vale una sola explicacion.
Me deja un sabor de triunfo atravesar Terrero sin sentir ni un pinchazo, ni un minimo ahogo, y sin recordar las casas con esa exactitud desesperada.Estoy un poco muerta, pero vale la pena.

1 comentario:

Ro. dijo...

Ojalá pudiera decir exactamente lo mismo. Pero los detalles siguen ahí. Mucho más vivos que yo, claro.